[Carta del editor Juan Casamayor leída durante la presentación de Velocidad de los jardines de Eloy Tizón el 10 de febrero de 2017, en librería Cervantes y compañía de Madrid, rodeados de muchísimos amigos]
Madrid, 10 de febrero de 2017
Querido Eloy,
Espero que te encuentres bien. Elegante y algo nervioso. Veinteañero con pelo ceniciento. Ya lo decía Andrés Neuman: “Se ha hecho joven. Fin de la biografía. Lo demás es vida. Es decir, escritura”.
¿Sabes, Eloy? Yo también nací en Madrid. Uno suele nacer donde respira la madre. Siete días después ya estaba en mi ciudad, Zaragoza. Tú en Madrid y yo allí. Ser niños en los años sesenta y setenta. De esos niños que “en la vida real juegan a perseguirse con pistolas de agua”, en un parque añado yo.
Y uno gatea y camina. Pasan los años. Mientras cruzo la adolescencia, ese aire que no es posible explicar, tú escribes. Lo haces en mi parque zaragozano. Aquel territorio de la ciudad que llamábamos Parque Grande lo embelleció tu escritura con voces en italiano.
Quiero pensar que fue entonces cuando tuvo lugar nuestro primer encuentro. Tú escuchando el viento y tomando notas en un banco; yo, a unos metros, paseando imaginariamente con la Olivia de turno. Todos jóvenes hasta el insulto, hasta la raíz de los huesos.
Los noventa nos sorprenden. Casi somos Bruno, pero sin domicilio en el barrio de Trastevere. Escribes y leo. Tú estrenas un libro publicado en el 92; yo editorial en el 99. Poco después, como en tantas otras cosas, Andrés nos une y en mi ejemplar de Velocidad de los jardines, comprado en 1993 a unos metros de ese parque compartido, se puede leer: “Para Juan, compatriota del único país que de verdad importa, el de las palabras. Allí nos vemos”. Escrito en 2005 y los hemos cumplido, ¿no, Eloy?
Se suceden los años, se forja la amistad. Encarni te da croquetas; yo te repito que la vida es chapucera. Hablamos de Cheever y de mujeres. Aparecerán otros libros para los dos. Antologado y prologuista en Páginas de Espuma. Me das el capricho de publicar “Velocidad de los jardines”, el cuento, no el libro.
Eres autor de otra editorial y “mientras la iluminación se decide” y obtenemos recortables de la vida, escribes otro libro de técnica más sabia, de vida más sosegada, de heridas y manchas. Técnicas de iluminación es una alegría del cuento, como una misteriosa botella de champán en una habitación de hotel.
Y retrocedemos veinticinco años o regresamos al futuro. Todo en un punto. En una librería. En esta primera presentación de tu primer libro del que poco se puede decir porque todo se ha dicho. Libro de un fin y un principio. Libro que anticipaba. Libro que deslumbraba en talleres de escritura y barras de bares. Libro de los lectores. Te plagio, Eloy: este libro es como la velocidad que lo trastocaba todo. Pero también fue una escena lenta, goteante. En fin, libro ahora de Páginas de Espuma. Lleno de ilusión y felicidad. Lleno de vida.
No dejes de disfrutar de este día. Como si fuera el primero. No lo es, pero haz como si lo fuera. Todo pasa veloz en estos jardines que nos propicia la vida.
Agradece muchísimo a Lisbeth Salas las fotografías que acompañan la edición conmemorativa y la exposición. Estoy seguro de que los asistentes la visitarán comparando la letra impresa con la letra manuscrita. La labor de Lisbeth se ha realizado gracias a la ayuda imprescindible de Fidel y Mar. No me olvido de dar las gracias a Elena por su lectura y a Guillermo por su música. Y a Paloma por sus flores.
Y a todos los lectores y a nuestros libreros.
Gracias a todos. Gracias por todo, Eloy. No me extiendo más. Ya sabes que hay cosas difíciles de describir, de agredecer: el amor, la amistad. Ya sabes. La imposibilidad de explicar su amor por los jardines.
Eso es todo.
Juan Casamayor
