Actualidad

El Tiempo (Col.) entrevista a Powerpaola

El Tiempo, Colombia

FUENTE: https://www.eltiempo.com/amp/cultura/musica-y-libros/powerpaola-me-gusta-mucho-volverme-un-dibujo-animado-3423954

Powerpaola: ‘Me gusta mucho volverme un dibujo animado’

La historietista habla de la fuerza creativa femenina, de ficciones que revelan tintes autobiográficos y del caos y la belleza.
Creció leyendo a Quino; no solo a su legendaria e iconoclasta Mafalda, sino también todo su universo de sátira y humor social que tapizaba las páginas enteras de la prensa argentina. Nunca pensó que, como él, Paola Andrea Gaviria Silguero leería sus historietas de plana completa en un periódico de circulación nacional.
«Cuando me llamó Fernando Gómez (director de Revista Bocas y Lecturas, de EL TIEMPO) para hacer parte de Lecturas fue como: ¿Qué? ¿Una página entera para mí? Y él me dijo: ‘sí, como Quino. ¿Recuerdas que él tenía una página entera atrás?’. Yo guardaba todas sus páginas enteras, pues no podía creer todos sus dibujos, no solo Mafalda, sino esos dibujos que eran de toda una página en los que contaba la realidad social. Los que al día de hoy son vigentes; no tenían temporalidad y uno podía leerlos en los setentas, ochentas y noventas y siempre estaban atinados”, cuenta la historietista.
Powerpaola nació en Ecuador, pero a la edad de 13 viajó con su familia a Cali en donde hizo su bachillerato, al cabo de cual se trasladó a Medellín a estudiar artes plásticas; desde entonces, se entregó a la pintura. O al parecer fue al revés y la pintura recorría sus venas pues, antes de formarse profesionalmente ya trabajaba en la capital del Valle como ilustradora para una empresa de camisetas; experiencia que duró cinco años, los que ella recuerda como su más potente escuela.
Hace 13 años, Paola vive en Buenos Aires y, por lo general, dedica sus horas a experimentar en su libreta con lo que ella concibe como historieta –más allá de una secuencia de imágenes que tienen una narración–: “unos dibujos en los que aparece texto; o unos textos en los que, en algún momento, aparecen dibujos”.

 

Tratando de expandirla, creó una simbiosis única entre el texto y la imagen que la llevó a estrenar, en 2009, su libro de novela gráfica Virus Tropical; posteriormente, llegaron Por Dentro/Inside (2012); QP, Éramos Nosotros (2014), Todo va a Estar Bien (2015) y otros, siendo el más reciente Todas las Bicicletas que Tuve (2022). Su estilo literario en viñetas se viralizó (literalmente, pues las redes sociales la dieron a conocer por todo el mundo) hasta convertirse en epidemia y contagiando a varias plumas latinoamericanas de gran renombre –como la cartagenera Margarita García Robayo– las cuales, carentes de su poder para narrar mediante la imagen, quisieron tenerla como ilustradora de las portadas y páginas interiores de sus libros.
¿Cuál ha sido su referente a la hora de crear?
Tengo muchos referentes; digamos que me críe leyendo las tiras del periódico; mi padre lo leía a diario y me pasaba la página de las tiras. Leí Calvin y Hobbes, Mafalda, Periquita, Condorito, etc. Crecí con ellos, pero luego, cuando estudié artes me gané una residencia para ir a Francia y allí descubrí que el mundo de la historieta era mucho más amplio que eso que yo leía en el diario. Había documental y periodismo hechos en historieta, había poesía hecha en historieta.
¿Por qué Francia?
Francia, Bélgica y Japón son los países en donde la historieta es leída por todo el mundo. Desde al oficinista lo ves en el metro leyendo historietas, o entras a una librería y ves señores ejecutivos, muy elegantes leyendo historietas. Hay jóvenes, viejos, en fin, personas de todas las edades y de todas las posibilidades sociales leyendo historieta. Viviendo allí, empecé a leer muchas historietas realizadas por mujeres, porque nunca las había leído. Generalmente, había leído historietas hechas por hombres, o siempre historietas relacionadas al mundo de los superhéroes. Siempre estaba muy acotado, era humor gráfico.
¿Cuáles fueron esas mujeres historietistas que la inspiraron?
Cuando empecé a ver más mujeres que contaban sobre sus vidas a través de las viñetas, o narraban en imágenes aspectos de sus países, me impactó Marjane Satrapi, quien es iraní y en su historieta Persépolis cuenta su experiencia creciendo en Irán, en un lugar donde no se usaba velo antes y, en donde gracias a un cambio del Gobierno, cambió su vida por completo y ella cuenta en viñetas su vida familiar en medio de eso. Julie Doucet, es una canadiense que para mí fue inspiración total, o Aline Kominsky. Empecé a investigar mujeres que hicieran historieta en diferentes lugares del mundo y fue así como me fui educando.
Su actual residencia es el país que vio nacer al personaje que usted leía, de niña. ¿Coincidencia o plan?
Me vine acá hace 13 años porque aquí encontré mi tribu. Encontré un mundo de gente que hace historietas; también, mi primer libro Virus Tropical (que se publicó en Colombia, por partes, con La Silueta) se publicó completo en Buenos Aires con Liniers y su editorial Común y eso me dio a conocer en diferentes lugares, porque él es un gran referente más contemporáneo que Quino y hace las portadas de The Newyorker, en Estados Unidos. Gracias a la traducción de sus libros, mucha gente empezó a interesarse en los míos, entonces fue una especie de mentor. Además, la gente acá siempre ha sido súper solidaria, me invitaban a participar en ferias, a publicarme en diferentes revistas y fui ingresando a un mundo que yo no conocía pero del que hice parte de manera muy amateur, estudiando y leyendo las novelas gráficas que me gustaban. Y claro, Maitena es otra gran referente argentina. Ella fue la primera mujer latinoamericana a quien yo leí.
¿Y existe alguna tribu de la historieta en Colombia?
Ahora sí la hay. Cuando yo estaba más joven, era un mundo un poco más cerrado. Había solamente hombres y los pocos que había, tenían una manera de hacer historieta; para ellos, otro tipo de dibujo u otro tipo de historias no eran historietas. Creo que a partir de las redes sociales, de internet, empezaron a salir muchos historietistas que estaban encerrados en su mundo, anónimos, dibujando. Yo empecé a conocer a muchos, gracias a Daniel Jiménez Quiroz y a Pablo Guerra, que escriben sobre historieta en Colombia y empezaron a unirnos mediante el festival de cómic Entreviñetas. En 2010 me invitaron a su primera edición en Armenia y fuimos los historietistas de diferentes regiones del país; así empezamos a conocernos entre nosotros mismos. Hace poco que estuve en Colombia, me vi con varia gente en Cali pues hubo una feria en el museo La Tertulia, que se llama Subterránea y que es paralela a la Feria del Libro. Asisten no solo historietistas, sino también representantes del mundo de la gráfica, que hacen stickers y otros tipos de experimentos con la imagen y, a veces, el texto.
Ha colaborado ilustrando los libros de varios autores.
Sí, el más reciente fue Alegría, de Margarita García Robayo. Lo publicamos el año pasado y fue un gran desafío y mucha emoción porque me encanta la escritura de Margarita. Cuando me invitó Páginas de Espuma a que trabajáramos juntas fue genial pues ambas compartimos, un poco, la visión de Colombia (ver lo bello y lo feo, poder hablarlo y mostrarlo).
También trabajé con Carolina Sanín; hicimos un libro en 2022 con Laguna que se llama Nueve Noches para La Navidad,en donde ella hacía una noche y yo la dibujaba para hacer una especie de resignificación de la novena. He hecho muchas portadas para libros de autores mexicanos y, en general, latinoamericanos pues me fascina mi continente y conozco muchos países ya que he paseado desde México hasta Argentina y he vivido en diversos lugares. También hice un libro con Bárbara Recanati, quien es cantante argentina e hizo un libro de mujeres y disidencias poco conocidas en el mundo del rock (ninguneadas) y que tienen el mismo valor o a veces, hasta más, que muchos roqueros; es muy interesante el libro pues es como su playlist.
¿Cómo es el proceso creativo a la hora de colaborar con autores?
Cada vez, cada proyecto es diferente, pero generalmente es la editorial la que me contacta y yo me arreglo con ellos; muy pocas veces el autor y el ilustrador tienen contacto. Por suerte, en las últimas colaboraciones sí me ha pasado, pero también me dan mucha libertad, que es lo que a mí me gusta, que confíen en mi criterio, en mi visión, en mi punto de vista. A veces hay algunas conversaciones en las que me hacen caer en cuenta y me dan miradas que me ayudan también.
Muchos autores con quienes ha colaborado destacan su don para narrar en imágenes.
Les agradezco a ellos lo que dicen. Son muchos años de práctica, pero también porque leo bastante. Disfruto los textos que no le dan al lector todo masticado, sino que le abren una puerta para que él también imagine. No me gusta hacer las ilustraciones tal cual como dice el texto pues si ahí ya está escrito, ¿qué sentido tiene que lo haga yo en imagen? Sería redundante. ¿Qué pasa en lo que no está dicho? ¿Por qué no hacer un close up en ciertas cosas y en ese paisaje?. Sobre todo, me sucedió con en el libro de Margarita García Robayo, Alegría, pues yo no conozco mucho la costa norte de Colombia; algunas veces pasé cerca de allí (no propiamente por la zona en donde se desarrolla la trama de Alegría) y tengo vagos recuerdos de los vendedores de la calle. Me gusta mostrar la idiosincrasia de ciertos lugares, en especial, de aquellos en donde las cosas pasan de cierta manera específica y que para muchos es novedoso. Hay muchas cosas que nosotras damos sentadas, las naturalizamos y nos resulta normal que una mujer venda chontaduros puestos en la cabeza, por ejemplo. Disfruto buscarle la belleza a lo precario, a lo cotidiano, buscar cosas de la calle, de la cultura. Me gusta mucho mostrarlo, que se note que es Colombia, la belleza, la pobreza y la riqueza al mismo tiempo. Y el libro de Margarita es una historia en donde atraviesan, justamente, temas como el clasismo y las diferencias sociales; entonces me aprovecho de eso para enfocarme en ello y no tanto en los personajes, ya que me gusta que el lector también los imagine, que no se los impongan que tiene el pelo o la ropa de una u otra manera.

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