
Revista Leonardo
FUENTE: https://leonardo.pe/wp/2025/03/05/un-nombre-para-tu-isla-lo-nuevo-de-katya-adaui/
Katya Adaui: “Leer un cuento es acompañar el instante en que algo se revela”
Hace unas cuantas noches terminé de leer Un nombre para tu isla, el más reciente libro de Katya Adaui, editado este año por Páginas de Espuma.
Me embarqué así en un viaje que me dejó pensando largas buenas horas. Llegué al final de los relatos sintiendo una desconocida nostalgia, esbozando una media sonrisa, gratamente desarmado, disfrutando el agridulce sabor de un sólido conjunto de siete narraciones que habla de vínculos, de idas y vueltas, de risas y silencios, de luces y también de sombras.
Antes que aquello que sentía se diluyera en la madrugada, pergeñé a mano unas breves preguntas para la autora con la secreta esperanza de que despertaran su interés. La fortuna estuvo de mi lado pues no solamente me respondió, sino que apreció la lectura personal y lo que le hice llegar.
Katya, me quedé sentado en el mueble un buen rato luego de haber leído El arte de perder y terminar el libro. Lo primero que pensé en preguntarte es ¿crees que los recuerdos son el mejor combustible para escribir y de alguna manera empezar a olvidar? O en todo caso, ¿empezar a sanar?
– La escritura proviene de ese umbral entre la memoria y el olvido, esa ciénaga misteriosa que te hace pensar en algo y de pronto se alumbra un comienzo.
No es terapia, pero se le parece en que hay un alivio, un consuelo porque algo siempre se descubre, por más pequeño o breve.
Cuando escribo siento la alegría de avanzar en la incertidumbre, confiando en que encontraré más preguntas. Pero tengo que estar atenta a la vida, afinar el oído.
Pese a los diferentes momentos que viven los personajes, siento que hay en los relatos un hilo que los une; el desarraigo, la incertidumbre, un poso de tristeza indefinible, una alegría recién adquirida; ¿cómo encontraron su orden para ser parte de una unidad y aun así mantener su propia voz? ¿Cómo se gatillaron creativamente?
– Al terminarlos voy probando el orden, poniéndolos y sacándolos hasta sentir una coherencia. En estos siete cuentos quería la sensación de un viaje que comenzara suave, luego turbulento y finalizara en un remezón tranquilo. Trabajo mucho para que los personajes tengan deseos y quieran ir hacia ellos con un movimiento. Estas historias vienen de un fondo de experiencia: ansiamos viajar y una vez en el destino, sentimos insatisfacción. Ansiamos soledad y nos aburrimos. O guardamos un rencor del que hay que hablar y salir de ahí con una acción rotunda. Pienso en esas contradicciones tan humanas que nos hacen fascinarnos con algo y luego descartarlo.
Los títulos de tus libros siempre me han parecido muy personales, muy potentes y memorables; ¿en qué momento del proceso de escritura surgen y se quedan?
– Los títulos llegan a mí o muy al comienzo o al final, pero siempre surgen de los mismos cuentos (a veces es una línea que aparece en ellos), no los busco en otro lado. Los pongo a prueba. Que resuman sin revelar, que tengan un potencial simbólico. Que abran la conversación, que inviten a un diálogo, que encierren en su corazón una promesa.
¿Qué es lo que te sigue emocionando de los cuentos?
– Porque indagan en ciertos aspectos de una vida, iluminan y oscurecen pasados y atmósferas, se van alambicando de una manera natural. Leer un cuento es acompañar el instante en que algo se revela. Es como atestiguar un nacimiento. Me gusta sentirme invitada a observar por esa rendija.
¿Qué es lo que te sigue emocionando de la vida?
– Que se modifica día a día, que nos atraviesan fuerzas incontrolables, que podemos cambiar de opinión y mejorar y crecer todo lo que dure la existencia. Que existen la ternura, la bondad, la conversación como resistencias frente a la oscuridad de los tiempos. Y como escribe Mary Oliver: ¿Qué vas a hacer con tu única, hermosa y salvaje vida?