Actualidad

Fin de Feria

Queridos

 

ha terminado la Feria del Libro de Madrid desde donde, una año más, ha sido un placer estar en contacto con los lectores, los que anualmente acudís a la cita y los que os habéis acercado por primera vez, los que os habéis llevado un libro bajo el brazo o los que habéis curioseado entre sus portadas. Para los editores es un momento especial poder entablar un breve intercambio de opiniones, pareceres y lecturas con todos vosotros. Nuestros autores igualmente han disfrutado de vuestra compañía y vuestra conversación. Un año más, la Feria del Libro es un marco ideal para encontrarse con otros editores, con libreros y distribuidores, con muchos escritores. La Feria del Libro de Madrid es un gran evento e invento que debemos cuidar y potenciar entre todos. Su arbolado de sol y sombra, su arbitraria climatología, el polen concentrado de la gramínea o el canto de los pavos reales que se oye desde los Jardines Cecilio Rodríguez son piezas insustituibles de este lugar donde celebramos esta feria que es referente de otras.

 

Pese a las adversidades de este año, con un sector sumido en una coyuntura de crisis general y sacudido por veloces cambios internos en particular, el modelo es tan vigente como susceptible de mejoras. Más allá de puntos de encuentro greamiales que afectan a su estructura, disposición y desarrollo, pienso que debemos esforzarnos entre todos en poner nuevas ideas realistas y factibles sobre la mesa e impulsar medidas que doten a la Feria de una proyección que sitúe en un mismo nivel lo social y lo cultural. Una pedagogía festiva y cultural en torno al libro, en torno al lector reincidente o reticente, pero en todo caso asistir a ambos de atractivos para que la feria sea un momento ineludible de la primavera madrileña, española y, por qué no, internacional.

 

El lector elige, y debe optar siempre por la Feria del Libro de Madrid. Ese es su interés y el nuestro. Pienso que gran parte de esa pedagogía reside en la práctica de políticas culturales y educativas entre los más jóvenes. Es en la infancia y en la juventud donde se forjan y forman los lectores. Fomento es la palabra repetida y por eso mismo a veces vacía. Pienso en el modelo de la Feria como un gigante sistema de vasos comunicantes donde los portavoces de nuestro trabajo, nuestros libros, nuestras obras y sus autores participen en la vida de esos jóvenes que un día a su vez serán los padres, los tutores, los responsables de otros jóvenes que no dejarán de mirar a la Feria. De este modo, las políticas de algunas ferias del libro de Latinoamérica podrían servir de ejemplo de cómo incorporar a administraciones, sistema educativo y gremios a un mismo objetivo, y que no es otro que proporcionar un flujo de lectura entre aquellos que caminan por su formación y un flujo entre aquellos cuyo sentido en su labor es el punto de encuentro entre lectura y lectores. Quiero imaginar un día en el que distintas generaciones se vean en la Feria del Libro de Madrid porque han visitado y asistido a sus actividades culturales con libros que han sido leídos, escritores con los que previamente se ha organizado un encuentro o cuyos libros han sido debidamente leídos y preparados. Pienso en el interés común de un sistema educativo fundamental, de la universidad, de clubs de lectura, de talleres y escuelas de escritura, de cualquier organización por minúscula que sea. A  todas ellas puede estar abierta la posibilidad de una Feria cuya política, encaminada a que el Parque del Retiro se convierta en fiesta durante diecisiete días,  debe actuar todo el año para concentrar los esfuerzos en crear lectores en movimiento, lectores en acción, lectores ávidos y ansiosos por debatir y reflexionar, compartir y twittear, por leer y leerse como protagonistas de la aventura de la Feria. Una Feria expansiva a otros epicentros (y pienso en aulas, en clases, en bibliotecas, en especios lectores), con la vista en la hilera de casetas, en los pabellones de actividades. Un viaje de ida y vuelta de todos nosotros y todos ellos con el fin último de que circulen los libros y, por tanto, las ideas, el juicio crítico y la libertad. Una Feria en la que cuando se le pregunte al lector por qué ha venido conteste «porque he estado leyendo».

 

El próximo año volveremos a estar en la Feria del Libro de Madrid con el deseo de que haya una climatología benigna, sí, pero que haya sobre todo una reflexión, un análisis y un esfuerzo entre la exposición de nuestros libros y los ojos que nos miran, los ojos que leen.

 

JUAN CASAMAYOR

El libro

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