ABC Cultural
Por Carolina Ontivero
FUENTE: https://www.abc.es/cultura/cultural/luna-park-marina-perezagua-mujer-nido-ciudad-20250514120140-nt.html
La mujer sin nido y la ciudad
Marina Perezagua regresa a su país al tiempo que retorna al género que marcó sus inicios, el cuento, en este ‘Luna Park’
Como si tratara de cerrar un ciclo tras una prolongada estancia en Nueva York, Marina Perezagua (Sevilla, 1978) regresa a su país al tiempo que retorna al género que marcó sus inicios literarios. ‘Luna Park’ refleja la experiencia neoyorquina de la autora a través de diez cuentos que despojan a la ciudad del mito. El libro presenta una Nueva York intrínsecamente sucia, hostil y llena de contradicciones que multiplica en sus habitantes la sensación de soledad inherente al ser humano. Cada relato cuenta con una narradora en primera persona. Todas comparten el denominador común de la maternidad, haciendo que sus voces converjan en una sola historia. También son mujeres sobrecargadas: madres con bebés que suman el peso de una urbe implacable a la vulnerabilidad y el aislamiento habituales en esa etapa vital. Los cambios que experimentan las protagonistas de ‘Luna Park’ como madres recientes se producen de manera simultánea a la transformación que sufre la metrópoli. Lo íntimo sirve aquí de escrutador del fenómeno global. La reflexión que atraviesa el libro sobre temas como el desafecto, la marginación o el desarraigo se contempla desde un original enfoque múltiple. Se trata de una mirada atenta y sagaz que cuestiona sin dar lecciones, y que, sin embargo, puede suponer un lastre para el texto por su tendencia al tremendismo. Algunas de las protagonistas llegan a admitir su inclinación por las visiones paranoicas y catastroflstas, que intentan contrarrestar con un humor que no resulta siempre efectivo.
Que los personajes no traten de caer bien es, a la vez, una de las virtudes de Perezagua. El lector recorre el libro sintiéndose participe de unos hechos que, ajustados o no, nunca son planteados desde la condescendencia. Caben en estas páginas historias que muestran en paralelo la relación traumática de una hija adulta con su madre y la lucha de las tribus de nativos americanos por lo perdido, o la preocupación de una madre con un hijo prematuro y el caso de un espectáculo de Coney Is-land que incluía incubadoras de bebés. La destreza necesaria para entretejer asuntos de escalas tan dispares no es uniforme ni resulta suficientemente eficaz en todos los cuentos. En la mitad del libro se encuentran los más acertados. En especial, ‘Cristales rotos’, ‘La mujer del puente’ y ‘La tendresse’, que exploran temas como la hipervigilancia comunal, la degeneración del mundo académico, la indiferencia ante los suicidios o la importancia de la pausa para apreciar lo pequeño. También destacan por la presencia de personajes que, con todas sus aristas, inspiran genuina compasión y ternura. Junto a esas ráfagas de luz, la presencia constante de bebés y la aparición esporádica de algunos perros amados, aligeran la aspereza de unos cuentos de tono predominantemente sombrío. El último tramo del libro deja sin embargo un regusto amargo del que el lector, en realidad, estaba avisado desde el comienzo. Sólo hace falta leer con atención el índice de cuentos…