
La Razón, México
Magalí Etchebarne retrata a mujeres en busca del amor
Libro ganador del VIII Premio Ribera del Duero de Narrativa Breve 2024; “tengo predilección por esos personajes que luchan contra el dolor y ven cómo sus ilusiones han naufragado”, afirma la autora a La Razón
La editora, poeta y narradora argentina Magalí Etchebarne (Buenos Aires, 1983) se alzó con el VIII Premio Ribera del Duero de Narrativa Breve 2024 con La vida por delante (Editorial Páginas de Espuma, 2024) conformado por cuatro relatos que develan un cosmos donde el dolor, las ilusiones y el amor dialogan con episodios imbuidos en las severidades de la existencia.
El jurado —integrado por Brenda Navarro, Carlos Catán y Mariana Enríquez (presidenta)— destacó que “se trata de una propuesta contemporánea llena de agudeza, dinamismo, con los conflictos de lo cotidiano y la intimidad tomados con inteligencia y frescura, pero sin renunciar a la dimensión más oscura e inquietante de los vínculos humanos”.
La vida por delante transita por subjetivas temáticas: las herencias (simbólicas y materiales), el matrimonio, las tensiones en las parejas, las pérdidas, la diferencia de edad en las relaciones sentimentales, los desgastes amorosos, el irremediable paso del tiempo, la presencia del pasado, el dolor acumulado y las ilusiones perdidas. Etchebarne con sensibilidad y sigilosa ironía nos pone en contacto con oscuros índices de lo cotidiano que muchas veces pasan inadvertidos dejando funestos rastros.
“Cuatro textos que trabajé lentamente, de manera tranquila, quería encontrar la profundidad en cada escena, en cada tramo de la historia, en los gestos de los personajes. Lo cotidiano está frente a nuestros ojos; pero, a veces esa cotidianidad se presenta con sombríos repertorios. Me interesa explorar la presencia del pasado en el presente. Tengo predilección por esos personajes que luchan contra el dolor y ven como sus ilusiones han naufragado”, expresó a La Razón Magalí Etchebarne.
¿Relatos que parecen capítulos de una novela? Cuando inicié la escritura no sabía la ruta; pero, sí, las tramas y los personajes de cada cuento dialogan entre ellos. Quería que fueran cuentos y en eso insistí hasta el final. Es cierto, los cuentos se miran en el espejo: batallé para que cada uno funcionara de forma independiente. No niego que guardan relación entre sí y los personajes se cruzan, quizás como en las narraciones de Sherwood Anderson.
¿El pasado y el dolor entrecruzados? Las mujeres de los cuentos sufren por amor, por soledad, por el tiempo que ha pasado de manera irremediable. El cuento inicial, “Piedras que usan las mujeres”, la protagonista es testigo del deterioro físico de su madre marchitado por el estallido del matrimonio. El registro de estar envejeciendo en las mujeres principia de manera vertiginosa. El pasado es una explicación del presente.
Dos libros anteriores, Los mejores días (cuentos) y Cómo cocinar un lobo (poesía): ¿tienen afinidades con La vida por delante? Hay obsesiones que me mueven. Mujeres solitarias que son madres, hijas, esposas o amantes en los relatos de Los mejores días; en el poemario hablo de manera directa sobre la muerte de mis padres en un intento de apresar esas cosas que parecen fugaces y que irremediablemente, se van con la muerte. Ricardo Piglia dice que “Un libro se explica en el siguiente”.
¿Presencia de los universos femeninos de Alice Munro? Lo asumo totalmente; pero, también rondan Lorrie Moore, Grace Paley, Vivian Gornick, Aurora Venturini y Clarice Lispector. Y toda la herencia técnica de Antón Chéjov y Raymond Carver.
¿Acento narrativo imbuido por lo poético? Trato de frenar los fulgores poéticos cuando trazo textos narrativos. Escribo fragmentos y voy juntando párrafos inconclusos, los cuales después voy labrando a fuego lento.