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Los cuentos de Poe en Publishers

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Por Angelica Tanarro

Poe estrena traje en la nueva edición

Afirma Jorge Volpi que un clásico «es una criatura resistente que se adapta a otras épocas y otras culturas, envolviéndose de otras maneras y en otras traducciones». Y si hay un clásico resistente cuya influencia se sigue rastreando en los autores de hoy en día, militen o no en las filas del terror, en la novela policiaca, o en el gusto por los misterios de ultratumba, es Edgar Allan Poe. Por eso, nada mejor para celebrar el 25 aniversario de Páginas de Espuma que volver sobre lo que hace diecisiete años se convirtió en un hito de la editorial, uno de esos escalones que permiten a un sello independiente afianzar su futuro: la publicación de los cuentos completos del autor de Baltimore. Volpi y Fernando Iwasaki fueron entonces los padres de la iniciativa y vuelven a ser los mentores de esta nueva edición que aporta como novedad la traducción de Rafael Accorinti que ha tenido la misión de traer los célebres relatos al lenguaje del siglo XXI. «No hemos querido matar al padre», insiste el editor Juan Casamayor a propósito de la traducción de Julio Cortázar, la más celebrada y utilizada hasta hoy en las distintas ediciones de los cuentos en español y que también presidía la anterior edición de Páginas de Espuma, «pero consideramos que un autor tan vigente como Poe necesitaba una nueva traducción que acercara sus cuentos a nuevos lectores». Accorinti recoge la llama que hace 170 años encendió Baudelaire al traducirlo al francés, que hace setenta continuó Cortázar en nuestro idioma y que ha tenido otros ilustres mantenedores como Borges —para quien era imposible concebir la literatura moderna occidental sin el autor de El cuervo— Julio Gómez de la Serna o Cansinos Assens. «La RAE escucha a los hablantes porque el tiempo cambia la connotación de las palabras», afirma el nuevo traductor, y su labor ha sido actualizar esas palabras con las que «los escritores de género fantástico conciben lo inconcebible». En su punto de mira: mantener el embrujo que sintió él cuando los leyó por primera vez. Para los impulsores de esta nueva aventura, en la traducción de Accorinti el autor vuelve a ser «personaje, narrador y comentarista de sus propios relatos» —como lo fue en la traducción borgiana de La verdad sobre el caso de M. Valdemar— «porque solo la lengua española podía devolverle a Edgar Allan Poe todo su prestigio de tarambana, calavera, desorejado y truchimán».

Y a esos nuevos lectores de Poe se refiere Iwasaki al afirmar que «el lector de hoy tiene una relación con el mal desde la infancia. Hoy el mal es un espectáculo, está en los videojuegos, en los cómics, en las series de televisión, está en el discurso político. Cuando leí por primera vez a Poe me estaba acercando a un autor en los márgenes». Abundando en esta idea Volpi recuerda que Carlos Fuentes, que fue uno de los prologuistas de la primera edición junto a Mario Vargas Llosa, decía que «la maravilla de la literatura es que no solo los libros antiguos influyen en el presente, sino que los libros del presente influyen en el pasado».

El relevo de Fuentes y Llosa lo han asumido como prologuistas dos autoras de la casa: Mariana Enriquez y Patricia Esteban Erlés que dan ahora «un toque más Ligeia, un aire Berenice, un modo Morella y un puntito más Eleonora» al libro, dicen los editores a propósito de los famosos personajes femeninos del escritor.

Enriquez recuerda que no solo el terror es el ropaje de Poe. Que hay «relatos metafísicos como El coloquio de Monos y Una, sátiras como Conversación con una momia o El diablo en el campanario, tertulias en el mundo clásico, relatos inspirados por su experiencia periodística, cuentos influenciados por temas de la época que probablemente le resultaban fascinantes, como el mesmerismo o el magnetismo, ciencia ficción pionera».

La autora de Todo lo que perdimos en el fuego recuerda que para Poe «el horror viene del alma». «Más allá de los climas góticos, en los cuentos de terror de Poe el miedo no viene desde afuera y en la mayoría de los casos no es sobrenatural. Lo que pasa en la casa Usher es raro, pero en verdad es un hombre fuera de sus cabales, dedicado al arte, que convive con una mujer enferma y la sepulta viva. Todo lo demás es un aire tenebroso y malsano».

Patricia Esteban Erlés fija su atención en el relato El hombre en la multitud pues, a su juicio, resume en cinco palabras otro de los grandes temas del escritor: «la soledad del individuo frente al grupo, la masa con la que tal vez cualquiera puede mezclarse al caminar por las calles de una ciudad, pero de la que nunca formará parte por más que se empeñe».

La edición mantiene uno de sus principales atractivos más allá del núcleo que es el genio de Poe para reflejar el mal, el misterio, lo tenebroso: el apellido ‘comentada’ que la acompaña tiene como firmantes algunos de los más destacados autores de las letras en español a uno y otro lado del océano, escritores que también han sentido el aliento de su predecesor en la nuca. Una nómina que incluye, entre otros, a Juan Gabriel Vásquez, Alejandro Zambra, Gonzalo Calcedo, Flavia Company, Care Santos, Pilar Adón, Pedro Ugarte, Santiago Roncagliolo, Manuel Vilas, Guadalupe Nettel y un largo etcétera hasta completar la lista de relatos situados por orden cronológico de aparición en vida de su autor. Cada uno de ellos sostuvo en su día, pues la mayoría repiten con respecto a esa primera edición en Páginas de Espuma, un relato al que aportan su mirada de creadores y ofrecen una perspectiva inédita. Como Andrés Neuman que, al comentar Los leones, «una fábula que, en lugar de humanizar la fauna animal, animaliza a la fauna humana, en general más tonta que salvaje», encuentra en ella ecos quevedescos. O el caso de María Fasce que al releer El ángel de lo insólito no solo se ordena en su cabeza el universo entero de Poe, «sino también toda la literatura e incluso todo el arte del siglo XX: Buñuel, Bretón, Dalí, Chaplin, Borges».

El traje nuevo que le han prestado a Poe está estampado con las ilustraciones que acompañan el texto, firmadas por Arturo Garrido y, según sus propias palabras, cocinadas a fuego lento. También aquí el pasado remoto, el pasado reciente y la negrura del hoy en día se unen. No en vano otro visionario como Goya ha inspirado con sus caprichos y desastres de la guerra algunas de estas escenas.

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